El placer de gustar
Hay veces en la
vida, pequeños momentos, en los cuales lo más importante deja de ser el sexo.
Cuando no podemos tener acceso a él, bien sea porque estamos muy ocupados o
bien sea porque no encontramos a la persona con cual tenerlo y demás,
simplemente el hecho de gustarle a los demás, de provocar el deseo sexual en
otras personas puedes ser suficiente para satisfacer nuestras necesidades
básicas.
Por Cristo Rodríguez
Aquí me encuentro,
en la isla española menos española de todas, Las palmas de Gran Canaria. Aquí,
dónde todo es sol, cuerpos con poca ropa, calor, agua, playa, fiesta y
diversión, y por supuesto turistas, yo vengo por motivos laborales y no me
queda casi tiempo libre para dedicármelo a mi mismo, ver a algunos conocidos que
tengo por aquí o hablar con mi familia por Skype. Lógicamente hablar de echar
un polvo esta más que descartado. Como ya he comentado anteriormente algunas
redes sociales son muy actas para follar o, mejor dicho, buscar alguien con
quien hacerlo. Cumplen su función a la perfección, pero claro, luego esta el
factor humano, que le gustas a los que no te gustan, que los que te gustan no
están interesados en ti, que si no tengo tiempo… Así que, en conclusión no
funcionan tan bien como deberían. A lo que iba, aquí en la isla, he encontrado
a varios chicos con los que me hubiese ido a la cama, no solo en las
plataformas cibernéticas sino en alguno de los paseos que he dado por la isla.
La zona en la que me encuentro está llena no sólo de turistas sino de turistas
homosexuales, ya se sabe unir turista a sol y playa es hablar de sexo, pero
unir turista homosexual a sol y playa… Para que voy a seguir. El caso es que a
mi, por cuestiones laborales, solo me quedan libre las noches después de las 24
en casi todo el resto de Europa, una hora menos en Canarias, eso quiere decir
que aquellos con los que quiero quedar tendrían que estar disponibles a esa
hora, lo cual no ha ocurrido, así que no ha habido sexo.
Lo que sí ha
ocurrido ha sido el hecho de que muchos se han fijado en mi, les he gustado y
me han dicho guarradas muy bonitas. Lo cual, teniendo en cuenta que en Oslo mi
atractivo sexual debe estar en mínimos porque no recibo piropos con asiduidad,
me ha sentado muy bien y, como decía, me ha aliviado mi deseo-necesidad-o vaya
usted a sabe qué de tener sexo. ¡Pero si incluso ayer me confundieron con un
prostituto! No saben ustedes lo que sube la autoestima cuando a uno lo ven
atractivo suficiente como para venderse en una isla en la que el 90% lo hace
gratis.
Es curioso cómo el
ser humano puede conformarse con tan poco. Un alago, una sonrisa, que se te
queden mirando por la calle de forma descarada, que te digan que te han visto y
que eres mucho más guapo en persona que en las fotos del perfil, que se crean
que eres prostituto… Como esas pequeñas cosas de la vida hacen que nos sintamos
mejor con nosotros mismos. Cuánto placer puede llegar a dar el recibir una
sonrisa y lo íntimo que puede llegar a ser, muchas veces y en la mayoría de
ocasiones es incluso más íntimo y placentero que el tener unos pocos y rápidos
minutos de placer con un desconocido que acabas de ver en un chat del cual
sabes poco y que te aporta aún menos a tu vida…
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