miércoles, 12 de junio de 2013

De cuando uno absorbe y el otro se deja


En el mundo global en el que vivimos la gente se traslada desde su pueblo de origen hasta otra lugar, que puede quedar a miles de kilómetros de su ciudad natal, por diversos motivos. Esto no esta mal, pero las diferencias culturales existen y estas, en muchos casos, cuando son utilizadas por otros para su propio disfrute si que están mal, mucho más cuando se observan desde fuera.

Por Cristo Rodríguez

Sin quererlo yo me encontré el sábado pasado ante una situación un tanto peculiar de la que no pude evitar darme cuenta. En el equipo de bote dragón, en el que ahora me encuentro inmerso, hay una pareja. Uno de ellos es noruego y el otro chino (japonés, taiwanes o algo así), mis más sinceras disculpas a los asiáticos pero no tengo el ojo tan entrenado como para poder distinguirlos, en fin lo importante es que ambos vienen de culturas muy diferentes.

Una es una cultura donde la individualidad, necesidad de espacio, egoísmo y muchas veces egocentrismo están fuertemente arraigadas ¿adivinan cual? Sí, por supuesto, cultura noruega. La otra una filosofía basada en el ayudar y apoyar al prójimo, el altruismo y todas esas cosas que durante siglos han formado parte de las culturas asiáticas.

Estas diferencias son normales y positivas para ayudarnos a crecer como personas, países, regiones y hacernos mejores como humanidad. El problema viene cuando, en una pareja, uno de los dos toma ventaja de las cualidades del otro y lo absorbe como el que está comiendo caracoles. Esto no es sólo un problema dentro de la pareja, que ellos verán como resuelven, sino que no es plato de buen gusto para aquel que observa.

Situación 1: El uno cargado con dos remos, uno suyo y otro de su pareja, dos botellas de agua, la misma ecuación, y una bolsa con algo de comida, obviamente para ambos. El otro, nada en las manos. Quién es quién es tan obvio que no hace falta explicar cual es cual.

Situación 2 (la que más me impacto): mientas que él sujeto N (oruego) se encontraba sentado en el suelo tranquilamente tomando el sol, el sujeto A (siatico) le acercaba piedras, bajo comando del sujeto N (al cual una le parecía muy grande, la otra muy pequeña…), que le sirvieran al sujeto N como pesas para los ejercicios que íbamos a realizar.

No voy a hacer una gran reflexión, los hechos hablan por si solos, y evidentemente no todos los provenientes de una región tienen exactamente las misma cualidades o valores morales, pero a grandes rasgo, esto es una de la cosas que también nos trae la globalización y de la que no se habla. Un tabú que hay que comenzar a romper por el bien de muchos sujetos A, y similares, para que se den cuenta de cómo son tratados por otros sujetos N, y semejantes. Si tras darse aceptan la situación… Pues nada, ellos mismos…

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