El conejo de la suerte
Es curioso que para
que para ligar con hombres, siendo un hombre homosexual, lo mejor el ir
acompañado de una mujer. O, mejor dicho, y como mi propia amiga se denominó la
pasada mañana, un conejo de la suerte.
Por Cristo Rodríguez
Mi amiga tiene, lo
que vulgarmente se llamaría en España, un conejo entre las piernas. Un conejo,
que cuando la chica es un poco mariliendres, es como el de Alicia en el país de las maravillas, un ser que es perseguido por
maricas de todos los continentes porque saben que detrás de él o a través de
él, en el mejor de los casos, se esconde la posibilidad de ligar con el amigo
homosexual de dicha mariliendres. Pues bien, en esas estábamos la pasada noche,
yo, tras mucho insistir, convencí a mi amiga para que me acompañase al nuevo
local gay de moda de la noche Osleña, no es una gran cosa, pero que más se le
puede pedir a esta ciudad.
Allí, la primera en
ligar fue ella (¡como no!) que últimamente está que lo arrasa. Una linda chica
se acercó a nosotros e intentó bailar conmigo, ¡conmigo!, yo que pensaba que la
chica era una palurda que no se enteraba de que yo era un gay en un bar gay que
no estaría interesado en ella le dije a mi amiga que era mejor huir de dicha
pesada y bailar en otra parte.
Así que nos fuimos a
unos pocos metros, al poco rato se le acercó un chico a mi amiga, un chico que
yo conocía, y del cual gusto, de Gaysir (la pagina de contactos del país
helado) y yo no cavia en mi de gozo pensando que el chico le hablaba de mi,
cuando de repente llega la chica-palurda-a-la-que-yo-le-gustaba a la que
resultaba que no era yo quien le gustaba sino mi amiga. ¡Mi gozo en un pozo! Mi
amiga se disculpo de buenas maneras y le explico al chico que ella estaba allí
acompañándome a mi y que no le gustaban las mujeres. El susodicho se presentó
me habló un poco en su español aprendido en 6 meses (¡¡¡!!!) y yo que ya
comenzaba a saborear las mieles de la victoria me quedé allí de pie y solo, en
la soledad que uno se queda cuando lo dejan plantado, cuando el chico me dijo
que volvía con sus amigos zanjando la conversación y cerrándola para siempre.
Me refugié en la
danza con mi amiga hasta que divisé al hombre de mis sueños. Rubio, ojos
azules, pelo largo enmarañado, brazo tatuado, guapo hasta decir basta y con un
grupo de amigos de lo peor que uno se pueda encontrar en Oslo. Allí estaba mi
Adonis esperando a que el destino nos juntase. Nuestras miradas se cruzaron y
yo se lo dije a mi amiga, ella me empujaba hacia él y yo me resistía. Así
estuvimos un rato el me mira yo lo miro y ninguna hacía nada hasta que mi amiga
se ofreció a hacer de Celestina. La idea, que en un principio me pareció genial,
comenzó en breve a parecerme absurda, así que, cuando ella iba de camino a
decirle algo al chico, la paré y me lancé yo hacia él. Un Hola entrecortado y
nervioso salió de mis labios. De esta forma comenzó todo, él estaba más que
borracho, aun así no quería yo soltar a mi presa una vez que la había
encontrado. El me preguntó con quién estaba y yo la señalé a ella, desde ese
momento se hizo su mejor amigo. Hablaron en general de los temas de los que yo
debería haber hablado con él, pero de una forma u otra fue ella quién nos unió
hasta que él me preguntó si me apetecería irme de allí. ¿Por qué no? – dije yo.
Lo siguiente un adió amiga y camino de su casa nos plantamos.
Allí me presentó a
su perro y pasó, lo que en términos nocturnos, debía de pasar. Al terminar una
ducha, un vaso con una pastilla de vitamina C y ¿tienes Facebook? ¡Sí claro!
Tras esto un “lo siento, pero tengo que dormir solo hoy”. Ok, esta bien, lo
entiendo (¡es la segunda vez en esta semana que me lo dicen no te preocupes!).
Unos besos de despedida en la puerta y un Ha
det godt.
A la mañana
siguiente me desperté con un “me gusta” en una de mis fotos. Aún no había
validado la solicitud de amistad, que yo mismo me había hecho desde su teléfono
la noche anterior (con su consentimiento, he de decir), la cual tenía pensado
no aceptar, pero ya que él había dado el paso de ver y poner algo en una de mis
fotos, decidí cambiar de idea y decir Sí, quiero ser su amigo. Mi sorpresa
llegó al ver que él Adonis que había conocido, era un ser amarrado por el yugo
del compromiso. Le escribí a mi Conejo de
la suerte para decírselo y me contesto que igual era una broma de esas que
alguna gente pone en su Facebook. Acto seguido me puse a mirar todas su fotos.
¡¿Broma!? Que coño broma, no era una broma. El tipo tenía novio, más feo que
yo, pero novio al fin y al cabo, y tenía pensado casarse con él. ¡Oh no! Esto
si que era mi gozo en un pozo. ¡Por segunda vez en la misma semana!
A medida que el día
ha ido pasando. El chico me ha escrito en Facebook, para decirme varias cosas,
al principio sólo saludad y tal y después pedirme que no dijera nada de lo que
paso (lo cual no estoy haciendo… jajajaja), tras esto me ha comentado que ha
hablado con su novio de hacer un trío y que si me apetecía ser el tercero en
discordia. Yo me he negado con un vago “lo pensaré, pero no me gustan los tríos
con parejas, ni acostarme con gente con novio, gracias.” Así abierto, por si me
lo pienso mejor no tener que arrepentirme de mis palabras.
En fin, no puedo
decir que no, las cosas mejoran con un Conejo de la suerte. Al menos se
movieron. Pero al igual que “la magia viene con un precio”, según dicen en la
serie One upon a time, parece ser que
la suerte también llega, sí, pero nunca sola, siempre viene con sorpresa…
aLAAA! pues prueba a quedar con los dos, quién sabe? :p
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