El palomo del amor
Esta mañana he visto a
un palomo intentando "cortejar" a una linda palomita y no he podido
dejar de darme cuenta de las similitudes que el cortejo animal tienen con el
humanos.
Por Cristo rodríguez
A pesar de que el ser humano se cree una
raza muy superior al resto de los animales, en muchas cosas, pero mucho mas en
el cortejo, se parece a las especias menos evolucionadas de nuestra fauna
mundial.
Que hace un palomo:
1. Se acerca a la palomita, que esta con su grupo de amigas,
y hace como que come mientras se deja ver.
2.
Como la palomita pasa
de el, él se engalana. Levanta la cabeza, saca pecho y, ha cierta distancia eso
sí, hace unos ruiditos de macho fuerte y grandón.
3. Como estas tácticas no dan resultado, se acerca todo lo
que puede a la palomita hasta rozarla con sus plumas para ver si eso da funciona.
Y como los humanos sabemos que nada de eso
dará resultado hasta que la palomita este preparada lo miramos con cierta
simpatía y pena mientras que él continua ciegamente hasta finalmente conseguir
a la palomita en unas cuantas semanas más.
1. Repiten casi de forma fiel los pasos 1, 2 y 3.
2. Hay que reconocerlo, algunos palomos no llegan ni
siquiera al paso 2, se dan por vencidos antes de tiempo y no prueban ni a
acercarse a a la palomita que les gusta.
Cuando esto no da resultado tienen varias
opciones:
1. Dejan a la “palomita” guapa y se van con una de las
amigas que parece estar mas dispuesta a aparearse. Esta es, casi siempre, la
opción más usual y menos dolorosa, al menos para la palomita.
2. Desisten de su empeño, por ese día, se emborrachan con sus
amigos, se deprimen junto a su resaca del día después y vuelven a intentarlo más
adelante con otra palomita menos si la autoestima, o las copas demás, los
deja.
3.
Solo unos pocos
persisten de forma gallarda hasta que por fin consiguen a la palomita por la
que beben los vientos.
4.
Y, como excepción pero
no poco usual, unos pocos desalmados fuerzan a la palomita, aunque, dejando
eufemismos a un lado, la palabra correcta sea violar.
Y así somos, porque evidentemente somos la
especie más evolucionada del planeta. ¿No es así? ¡Olé nuestros huevos!
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