lunes, 21 de septiembre de 2009

Tócala otra vez San (Valentín)

Inténtalo de nuevo, sigue jugando, la próxima vez será, sigue rascando… Hay multitud de formas de descubrir que esta vez no tuviste suerte. En el amor pasa lo mismo. Hay muchas maneras de darse cuenta de que este o esta no es “la persona” y que uno debe seguir su senda en solitario hasta que aparezca una nueva oportunidad.

Por Cristo Rodríguez

Cada vez que conocemos a alguien que hace latir nuestro corazón de una forma especial, con el que perdemos el miedo a introducirnos en el océano de su mirada, una persona que no tememos que se pierda en nuestra recóndita alma y que se convierte en nuestro horizonte… Cada vez que eso nos pasa, es fácil que la ilusión comience a correr por nuestras venas. Después de la primera, segunda, quinta, octava, undécima vez que nos defraudan, la ilusión corre un poco menos, pero sigue circulando al conocer a un ser que parece especial.

Por desgracia (o suerte), para muchos mortales, esto es como un acto reflejo e involuntario. Si alguien te hace tilín, el mecanismo del amor se pone en marcha. Incluso para los más escépticos. Pero ¿Qué ocurre con el tiempo?

Una opción u otra
Pues bien, frente a esa pregunta hay dos posibilidades claras. La más idílica de todas, y la que ocurre las menos de las veces, que uno y otro se complementen de tal forma que ese amor llegue a buen puerto y perdure a lo largo de los años. A ser posible, y dando un enorme voto de confianza –y esperanza-, hasta el final de los días. Es decir, la muerte.

Para la mayoría de los mortales la cosa es muy diferente. Los más suertudos se dan cuenta en breves semanas de que esa persona tan “especial” no era para ellos, o ellos no eran para esa persona. Los menos afortunados comienzan una relación que dura pocos meses y, con un poco de destreza, termina con el menor daño posible por ambas partes. Y los absolutamente desgraciados se embarcan en un proyecto de futuro con un ser con el que nada tienen que ver y terminan, como mínimo, como el rosario de la aurora. Claro está que estas posibilidades son ampliamente conjugables entre si y “elevables” a múltiples potencias.

Y uno, con cierto bagaje y experiencia se pregunta: ¿Tiene sentido? ¿Es lógico volver a intentarlo? Y en la más absoluta racionalidad, que otorga la cercanía de una relación fracasada, la opinión suele ser bastante generalizada, ¡claro que no tiene sentido enamorarse! Sí, es muy bonito, tiene sus cosas maravillosas, pero al final todo termina mal. La mayor parte de las veces es como un suicidio temporal. Y lo peor de todo, es que es un suicidio lento y, encima, premeditado.

Cambio de rumbo
La pregunta generalizada puede ser: ¿Qué sentido tiene un bloguero como yo que busca desesperadamente el amor hablando en contra del amor? Pues la respuesta es sencilla. Todo sentido que otorga una nueva desilusión, propia o ajena, eso da igual. Una nueva esperanza que se transformo en desesperanza. Los motivos, seguramente, serán múltiples. Al fin y al cabo, la única persona que los conoce es la depositaria de la esperanza.

Esto del amor es un juego. Yo juego a que no te hago caso para que te fijes en mí. Tu juegas a que no te intereso para ponerme a prueba y ver cuanto me interesas. El otro juega a hacerse el interesante para atraer a su “presa”. El de más allá intenta mostrarse tal cual es y conserva la esperanza de que lo acepten de esa manera… El juego del amor es absurdo, pero necesario. Sólo que, en ciertos momentos uno se cansa de jugar. La ruleta (¿rusa?) está bien hasta el momento en que casi lo has perdido todo y ya no te queda mucho más que apostar. Es cierto que siempre puede venir una racha de buena suerte, pero precisamente por eso es necesario, en ocasiones, retirarse a tiempo. Aunque muchas veces estés completamente seguro de que una de las mejores apuestas era esa que, por desesperanza o cansancio o falta de “señales”, dejaste de hacer.



3 Comentários:

Maktub dijo...

Suicidio voluntario... y tantas otras cosas. Si, eso es el amor.

Y nos jode, y nos duele y nos hace llorar mil veces más que sonreir y aún así qué...? Lo necesitamos. Es inevitable. Es como oxígeno...

Y tú, señorito, no deberías negartelo, porque entre otras cosas te va a dar igual. Vendrá por ti cuando menos lo esperes... y esta vez para hacerte FELIZ :)

Laura

Maktub dijo...

Por cierto de q ué peli es la cancion? me encanta esta versión... :)

Edgar Alfonzo dijo...

http://www.elpais.com/articulo/portada/terrible/miedo/compromiso/elpepusoceps/20090920elpepspor_5/Tes

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