martes, 12 de enero de 2010

El que viene no conviene y el que conviene no viene

Muchas veces, cuando mi vida se convierte en un caos y me siendo totalmente perdido y sólo en el mundo, me desahogo con mi madre, por aquello de contarle algo a la señora y que no se aburra. En esos momentos, en los que descargo todas mis penas y mis desgracias por no tener ni novio ni familia ni nada (y por que siempre conozco a hombres que no merecen la pena), mi sabia madre, en su ignorancia seudo analfabeta, siempre me dice lo mismo: “Tu hijo no te preocupes que la vida es así el que viene no conviene y el que conviene no viene”.

Cristo Rodríguez


Esto, que mi madre resume en una simple frase de refranero popular, es la cruz con la que vive la sociedad actual. La búsqueda de pareja ya no es tan sencilla como antes, entre otras cosas, por que ahora (en la era de la información) la búsqueda se amplia con un universo digital sin límites ni barreras.

A pesar de ello, de la cantidad y variedad, la premisa sigue siendo la misma: La calidad. No la calidad del producto (hombre o mujer) en sí, sino la calidad que esa persona tiene para nosotros. ¿Es lo que buscamos? ¿Nos gusta sólo físicamente? ¿Cumple todo lo que necesitamos en una persona para compartir nuestra vida con el/ella?

Muchas veces nos topamos en la vida con gente que nos gustan tanto físicamente, que no podemos reprimir el deseo de mantener relaciones con ellos. Otras veces nos sentimos atraídos por la inteligencia que se esconde bajo un, cuanto menos, extraña superficie y no podemos evitar compartir largas tardes de café con esa persona. El sexo, por supuesto, es otro de los factores que nos hacen caer cerca de alguien, puede que sea feo o guapo pero si por casualidades de la vida acabamos follando con ese ser y el sexo es impresionante, seguiremos, sin duda, enganchados durante un tiempo… Podríamos seguir desgranando durante horas distintos tipo de relaciones, en las que usamos o somos usados, pero en todas ellas siempre falta algo.


Este algo que falta es a lo que mi madre se refiere cuando repite insistentemente la dichosa frasecita, que siempre consigue sacarme de quicio. Y la condena se repite una y otra vez como un ying yang sin fin. Unas veces eres tu el que no quieres tener nada que ver con esa persona, porque para ti sólo es una buena conversación, un buen cuerpo o un buen polvo. En otras ocasiones eres tú el buen polvo, en el mejor de los casos. Y por supuesto, ocurre lo que tiene que ocurrir, la historia se termina dejando a uno de los dos miembros (o “miembras”) ligeramente jodido.


En esos momentos, ya sea yo el dejado o el dejante, siempre pasa lo mismo por mi cabeza: “El que viene no conviene y el que conviene no viene”. Aunque yo voy más allá, el que conviene viene pero nos deja de lado. Es decir, nosotros seríamos para él la primera parte del refrán. Sin duda es una desgracia esto de que los viejos tengan tanta razón y hallan creado dichos populares tan certeros.


Por suerte, de vez en cuando, la vida te da una oportunidad. Claro, siempre tiene que existir la excepción a la regla, sino ¿Cómo iban a llevar mis padres casados tanto tiempo? ¿Y mi hermano? ¿Y mis primas? ¡Y hasta mi tío el marica! Y de pronto aparece una persona que es la PERSONA. Alguien que es el que esperabas o, por lo menos, se le parece bastante. El caballero que con su lanza viene, ve, vence y, por supuesto, CONVIENE.

2 Comentários:

Leticia Martínez dijo...

En fin, no voy a comentar nada en cuanto al contenido de este post.. solo puedo decir: Cuanta razon tienes!! :)

Eva dijo...

Que razón tienes hijo mio!!!!!

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