Mi primera vez
El recuerdo de la
primera vez es algo diferente en cada uno de nosotros, en algunos casos esta
lleno de alegría, en otros de nostalgia y en muchos otros, como es mi caso, de
una desagradable sensación, aunque el tiempo la haya desteñido por suerte.
Por Cristo Rodríguez
Durante años el
recuerdo de mi primera vez estuvo totalmente borrado de mi mente. Con
aproximadamente veintiún años me mudé a Madrid para comenzar a estudiar teatro,
lo cual hice al año siguiente gracias a las pesquisas de mi buena amiga N. El
primer año todo fue muy bien, un poco de improvisación, unas clases de cuerpo,
una miaja de relajación, etc., todo ese rollo que tanto nos gusta a los
actores, el segundo año comenzó la parte difícil, la introversión personal en
la que uno busca la mierda de dentro para sacarla fuera y aprender a amasar las
emociones como si fueran un pan que hay que meter en el horno. Uno de los
ejercicios fue buscar una situación de nuestra vida que nos hubiese marcado
mucho. Hasta ese momento yo no tenía mucha idea de que mi primera vez fue mi
primera vez.
Parece ser que en el
fondo de mi memoria había quedado registrado las visitas al rio que hacía con
el hijo de una prima de mi padre. Esa primavera en la que visitamos la orilla
del rio, la cual me enteré que el chico y yo éramos familia, hay una gran
mezcla de recuerdo en mi cabeza, la mierda de vaca, color amarillo, el sonido
de las cigarras, cardos, color azul… Ahora no sabría decir si aquello me gustó
o no, el caso es que aquella fue también la primera vez que probé el interior
de un cardo. El chico, que no tendría más que unos tres o cuatro años más que
yo, que tenía unos seis aproximadamente, me pidió que le chupase la polla, yo
que era muy religioso por esa época, debí decirle que no y él me dijo que no
pasaba nada, que aquello no era malo y que su poya tenía el mismo sabor que los
cardos. No recuerdo si fue el mismo día u otro él había comido un cardo y me
dijo que estaban buenos, al ver mi cara de asco me debió de dar a probar y el
cardo me gusto. El caso es que, fuera por el cardo, porque aquello no me
parecía tan mal, porque me sentí presionado o vete tu a saber porque, acabé chupándole la polla.
No se, o mejor dicho
no recuerdo, si a esa primera vez le siguieron más, si de las chupadas se pasó
a mayores, ni si hubo reciprocidad bucal. Lo que si se es que me hubiese
gustado tener control, y poder decidir, sobre mi primera vez porque es algo que
cuando pasa ya no hay forma de recuperar nunca jamás.
Cuando lo leo
escrito aquí no suena tal mal, es más, mezclado con el resto de recuerdos se ve
casi idílico, pero cuando lo recuerdo en mi mente no lo siento así, es más, una
sensación de desasosiego y de ganas de salvar a ese niño me recorren el cuerpo,
pero ya nada puedo hacer, la vida es como es y ese niño que ahora soy yo se
convirtió en un adulto que siente que ese niño sigue estando con él muchas
veces. Así fue, si mucho más que decir, mi primera vez.